lunes, 12 de noviembre de 2012

El mundo del miedo: la industria de la seguridad y el control social


Hoy en día, vivimos en un mundo preso del miedo, en mundo que se ha olvidado de la confianza, que sobrepone su seguridad antes que los valores más puros y humanos, como son la justicia y la dignidad. Por que en el mundo del miedo, las conciencias se siegan, callamos cuando tenemos que gritar, huimos cuando tenemos que luchar y nos hacemos esclavos del más espurio y opresor tirano. Pero este miedo no es una simple casualidad, no es algo natural, ni de nacimiento, no es algo que no se pueda cambiar. Los generadores de esta situación que prevalece en el mundo, tienen nombre y apellido, pero sobre todo tienen un firme objetivo, que no es otra cosa que el control del todo, el control de nuestras vidas, de nuestras consciencias, de nuestra existencia. Por que al igual que en el mundo al revés de Eduardo Galeano, donde quienes buscan la paz del mundo, gasta raudales en armas al tiempo que mueren personas de hambre. La industria de la seguridad no es un bien social, si no como cualquier otra industria de este sistema aniquilador, es un negocio muy rentable, un negocio que representa millones y millones de dolares en unas cuantas manos, un instrumento de control social que sirve para mantener el poder hegemonico de aquel que lo explota todo. 


Es así, como los gobiernos serviles de este sistema se esfuerzan en gran medida, en la formación de estrategias generadoras de este carcelero, se empeña en que sus instrumentos de manipulación mediática (los medios de comunicación) a sus servicios, realicen la tarea de formar una cultura basada en el miedo, asfixiando cada vez más a la sociedad con mensajes de pánico, sobre como perderán sus bienes, al tiempo que fabrican el entorno idóneo para que todos aquellos ansiosos de tener las cosas que no tienen, realicen actos antisociales para obtenerlas y de esta manera imponer en las consciencias de los hombres el pensamiento de ver al prójimo como una amenaza. 

Este entorno idóneo, en el que el pueblo no confiá en el pueblo, en donde el individualismo es la espina dorsal de la vida cotidiana, donde nos enseñan a obedecer antes que pensar y nos bombardean con un constante mensaje de que solo somos alguien si tenemos algo y que sino tenemos nada no somos nadie, daña ensañadamente a todos aquellos pies descalzos a los que la justicia hecha serpiente los muerde con rabia, aquellos que este sistema gusta mucho de crear, me refiero a todos aquellos millones de pobres en el mundo que desde que nacen están destinados a padecer el látigo de la estigmatización, la exclusión, la marginación y cuyo camino casi único y manipulable, es la de delinquir y terminar fortaleciendo la génesis inventada de un sistema en el que el crimen representa gran plusvalía 

De esta manera, las personas cuyas consciencias ya pertenecen al sistema, hacen de la industria de la seguridad un ídolo todo poderoso, una demanda muy costosa pero necesaria, costosa por que a cambio de ella entregan sus derechos, su privacidad, su dignidad, su libertad, pero también la creen necesaria, en virtud de querer proteger a toda costa las migajas que este sistema regala, por que la sociedad se siente satisfecha por la muerte de cada supuesto malviviente que los despoja de sus bienes. Sin darse cuenta que esos malvivientes son una creación del mismo sistema para justificar el despojo de todos los demás valores y derechos. Luego entonces, el mundo preso del miedo, se volcá en la importante demanda de seguridad, se exalta en el grito desesperado de más vigilancia, de más policías, de más armas, de más cárceles y el Estado en su hipócrita labor de cosechar las supuestas simpatías de consciencias manipuladas, establece los instrumentos necesarios (estado de derecho, instituciones policíacas, etc) para solventar una necesidad que fue creada por el mismo. 

El Estado como regulador de la vida nacional (de consciencias), enmascara sus verdaderas intenciones, bajo una cortina de humo llamada democracia, en donde justifica todas sus acciones mediante la ratificación farsante de las mayorías engañadas mediante la cumplimentación de sus supuestas necesidades. Sin embargo, detrás de la cortina de humo, se encuentra un Estado dócil y servil al sistema que el capital a construido, un Estado en el que la política del Laissez faire tiene preferencia, sobre los verdaderos intereses de la sociedad, política donde los únicos beneficiados son aquellos dueños de los medios de producción, del capital y que se creen dueños del mundo. Es por ello que el Estado fiel a este sistema, deja en manos del capital muchas de sus obligaciones, dejando estas importantes tareas, a la iniciativa privada, entre ellas, la seguridad, comenzando así con la privatización de la seguridad, de la justicia, de la libertad, de la dignidad. 

Pero en el mundo del miedo, todavía hay un fin aún más oscuro, y es aquél en el que el Estado busca nuestra aniquilación como hombres libres, aquella en la que se manipula a la justicia en pro de nuestro exterminio, mediante el uso de nuestros miedos inculcados, me refiero a la implementación de un sistema que aumenta la severidad en las penas y la cual surge a partir de una exigencia de la muchedumbre temerosa en la que demanda el endurecimiento de las penas, pues en este mundo loco en su miedo, clama la pena de muerte, como cura a sus males, sin darse cuenta que el causante de todo el mal, es el mismo ejecutor de la supuesta justicia que solo alcanza a los plebeyos. Pues para los verdaderos responsable de los crímenes más atroces cometidos a la humanidad como son la injusticia social, el genocidio, el terrorismo de estado, entre otros, no hay ley, ni justicia que les llegue. 

Es así, como este sistema bárbaro, ocupa de diversas maneras nuestro miedo, lo ocupa de materia prima para el logro de sus fines particulares, para ensanchar las arcas de su riqueza a nuestra costa y para lo cual utiliza todo tipo de artimañas y justificaciones aberrantes, como son el justificar la represión para mantener el control sobre todos nosotros o el endurecimiento de los sistemas de seguridad y de justicia, convirtiéndonos en vigilantes del prójimo y presos de nuestro miedo. 



Fuente Original: Jhonnatan Martinez

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